En los rostros, el fotógrafo se ha acercado; en los
grupos se aleja y captura otra especie de movimiento de modo
tal que hay una distribución de energía; así, los niños, de ojos
enormes y bellos, juegan y ríen a veces cerca de platos de
comida, quizás les causa gracia que los enfoquen; las mujeres,
sorprendidas en sus trabajos, parecen estar bien tranquilas los
pies en la tierra; los hombres más serios, trabajan, no hay
vuelta en lo que hacen; las obras son contundentes, casas,
barrios ya terminados, construcciones en proceso, ladrillos,
palas, arenas, escaleras; las manifestaciones son vehementes
y alegres, es como si la muchedumbre escuchara bromas y no
consignas ni declaraciones.
Mundo Túpac, todo es posible. Las fotografías también
con su armonía y su resplandor. Los ojos se han armonizado.
El sueño capturado se transmite. Entremos en ese mundo y, si
es posible, perdámonos en él.
Noe Jitrik, 2010. Prólogo para el libro Abya Yala, hijos de la
tierra.